Y un poco de sexo tranquilo y suave con la piel tersa y descansada. Con los brazos rodeando los brazos y las piernas memorizándose, mientras la ciudad se mandaba a guardar para volver a ponerse en venta al día siguiente.
Y quizás despertarse de madrugada y acurrucarse frente al cuerpo caliente del otro, la mejor comprobación de que no estabas solo.
[ Y un día Nico se fue- Osvaldo Bazán]
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